De finales constantes
In my end is my beginning.
-T.S. Elliot
Y como habíamos adelantado, el mundo no se acabó.
Al menos no el nuestro.
Podría reconocer cierta admiración para quienes se
prepararon para el fin de su vida en la tierra el pasado diciembre. ¿Cómo
llegar a prepararse para el mayor de los finales?
Lo anterior
me hace pensar en la cantidad de finales a los que nos enfrentamos a lo largo
de nuestra vida, cada día nos representa un principio y un final, cada semana,
cada mes... cada persona tiene un principio en nuestra vida y, nos guste o no,
su presencia tendrá un final. Cada etapa, cada momento, cada camino tienen
principios y finales que afrontamos voluntaria o involuntariamente. Hay
personas maravillosas que se unen a nuestro camino en un punto y eventualmente
se retiran, representándonos un final que podría ser doloroso. Hay etapas
felices que sin hacerlo evidente concluyen en algún punto de esa felicidad y
ese final representa a su vez el principio de una nueva etapa que podría no
resultar tan feliz como la anterior... al final es casi imposible saber con
exactitud cuándo nos enfrentamos a un final definitivo. Conozco personas con
relaciones y finales sin final pero finales al fin. Conozco a personas
conscientes de su final personal y admiro la valentía con la que han decidido
vivir mientras ese final con fecha aproximada llega y conozco personas que
viven en finales sin principios; personas que sufren constantemente los cambios
y resulta lamentable porque al menos mientras vivamos estaremos sometidos a
cambios constantes, bien podríamos aprender a disfrutarlos pero aparentemente
es mucho más fácil sufrirlos y he ahí, personas físicamente sanas con severas
carencias emocionales que se reflejan en lo que menciono; finales sin
principios. Lejos de vivir en la armonía matemática de
sumar-restar-sumar-restar parecen vivir en restar-restar y resulta
impresionante ver cómo viven con estados negativos. Esas personas sufren
diariamente su muy particular fin del mundo y no logran aprovecharlo para
reinventarse.
El mundo de
esta autora al menos no terminó, como la mujer que soy, como escritora y como
persona creo en reinventarme, en etapas, en ciclos que concluyen y en caminos
que terminan. Creo en el fin de una etapa, no en el del mundo, creo en el fin
de una persona, no de la humanidad y creo en los finales fuertes, en los puntos
finales así, remarcados y con negritas, firmes y sin posibilidad de borrarse.
Creo en terminar relaciones y creo en terminar conversaciones... creo también
que hay personas con quienes vale la pena tener finales infinitos, en los que
logramos vivir la maravilla de reinventarse, de volver a comenzar en la misma
piel...
He logrado
disfrutar, en mis 30's de los finales personales... aquella autora que no
lograba entender muchas cosas es hoy esta autora que logró comprenderlas pero
que desconoce otras tantas y que acepta que con el paso de los años lejos de
comprender más, se hace consciente de que conoce menos.
Podríamos
aceptar el reto de disfrutar nuevos vientos, disfrutar las nuevas emociones y
vivir nuevamente las ya conocidas, conscientes de que una emoción jamás se
repetirá en la misma intensidad y eso puede ser maravilloso si así lo queremos.
Podríamos lograr vivir nuevas decepciones, nuevos tropiezos y grandes errores y
con cada uno volver a nacer, aprender a morir y aprender a vivir.
Esta autora se confiesa adicta a terminar una página y comenzar a escribir otra en el mismo libro y con final diferente, adicta a escribir y escribir por páginas completas y sin dormir y es que, mientras tenga lapiceros y papeles, mientras tenga memoria y voluntad y mientras goce de la libertad infinita, esta autora continuará disfrutando el reinventarse, el volver a comenzar una página y volver a vivir y sufrir un final.
Bienvenidos,
par de antiguos lectores, a la nueva página de las crónicas.
Fue un
placer haber tardado tanto.
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