domingo, septiembre 06, 2009

Cristal empolvado

“Everyone sees the unseen in proportion to the clarity of his heart, and that depends upon how much he has polished it. Whoever has polished it more sees more - more unseen forms become manifest to him."

-Jalal ad-Din Rum


Bien... seguramente puedo articular infinitas excusas para justificar el silencio de los pasados 7 meses; nunca he dudado de mi potencial para idear explicaciones que pueden resultar convincentes. Lo cierto es que me guardo las excusas y los motivos para permanecer en silencio el tiempo transcurrido.
En esta ocasión la autora no transcribe palabras para justificar su silencio y se permite este post para limpiar su propio cristal.



Han tratado alguna vez de manejar con el cristal empañado?
Han intentado distinguir el exterior a través de un cristal empolvado?
Yo lo he hecho.


El resultado es obviamente desastroso y es que los cristales a través de los que observamos el exterior funcionan a manera de filtro, oscurecen las imágenes cuando así lo queremos y embellecen los paisajes cuando lo necesitamos. Creo que funciona del mismo modo con el alma y la percepción que tenemos de la vida y las personas; a través de nuestro cristal conocemos el mundo, apreciamos las figuras que reconocemos, conocemos nuevas imágenes, observamos a las personas y nos observamos a nosotros.

Probablemente no nos demos cuenta del estado de pulcritud de nuestro cristal interior, de cierta manera es complejo reconocer que algo no está bien en nosotros así que debe ser mucho más simple pensar que las personas están equivocadas, que el mundo es gris y que ciertas imágenes son obscuras o mucho más complicadas de lo que podrían ser en realidad... efecto del cristal empolvado, por supuesto. Entonces resulta imposible apreciar las cosas como realmente son; no podríamos describir correctamente un paisaje cuando nuestro cristal está sucio, podríamos equivocar la belleza de los árboles, el color del cielo y el tamaño de las montañas. La imprecisa descripción de un paisaje puede no representar mayor problema que la misma imprecisión pero... ¿qué sucede cuando se trata de imágenes con sentimientos, voces e historias?.

Henos ahí... mirando a los demás a través de un cristal empolvado. Personas grandiosas pueden pasar ahora prácticamente desapercibidas, personas bondadosas pueden parecer dañinas y amigos se convierten en enemigo a través de este cristal en particular. Nuestras reacciones y actitudes hacia el mundo y las personas que nos rodean se ven alteradas ante las imágenes que percibimos y el resultado, al igual que al tratar de conducir un vehículo con el cristal empañado... es desastroso.

El problema no se encuentra en las demás personas y difícilmente lo podremos encontrar en nosotros mismos hasta que ocurre... hasta que un dedo, un paño, un roce alcanza nuestro cristal y por ese pequeño espacio que ha quedado limpio podemos percibir la claridad... esa claridad que pareciera resultado de aquellas tormentas, esa claridad parecida a la que acompaña al sol cuando amanece. La limpieza posterior no resulta tarea fácil, seguramente para ese momento los daños ocasionados sean enormes y haya incluso algunos que sea imposible reparar pero... también eso forma parte de la tormenta por la que todos debemos atravesar alguna vez.

La claridad duele, lastima los ojos y despierta el alma adormecida; es difícil despertar, adaptarse a vivir ante luz y calor después de permanecer en penumbras. Al igual que las etapas de la vida; todo pasa y así como nos adaptamos a las situaciones grises también podemos adaptarnos a los colores; siempre podremos aprender de los errores y volver a intentarlo, permaneciendo alertas al estado del cristal a través del que conocemos el exterior y procurando pulirlo eventualmente para evitar que el polvo vuelva a nublar nuestra visión.


La claridad con la que observamos al mundo depende de la claridad de nuestra alma... un alma manchada de resentimientos y temores no podrá jamás reconocer la luz del verdadero amor así lo tenga iluminado frente a si.