PERO
Desearía poder culpar a mis genes de ciertos patrones de conducta.
He escuchado a tantas personas culpar a sus genes de su conducta que me parece ya una práctica vulgar y sumamente inmadura. He escuchado a quienes culpan a su infancia de sus fracasos, a sus padres de sus traumas; a quienes justifican sus propios errores tras el escudo "trauma".
Hoy desearía poder culpar a mamá de que últimamente me incline por calmar la ansiedad con un cigarrillo y un café; a papá por exigirme tanto y ser tan sensible ante la pérdida de voz y es que si hay algo que no puedo dejar ir es mi voz; mi derecho de réplica, de opinión, mi libertad de pensamiento y expresión -esa libertad que sólo permito sea coartada por mi-.
No puedo culpar a mis genes; aunque sí los culpo de mi físico esbelto, mi cabello lacio y mis ojos que cambian de color. Los culpo de mis habilidades literarias; de mi incursión en la lectura y escritura a los 4 años, de mi educación en todos los sentidos. Los culpo por ayudarme a ser quien soy.
Desearía poder culparlos de mi forma de reaccionar ante ciertos estímulos, de mi poca habilidad para tomar las cosas a la ligera...
Desafortunadamente sí los culpo de hacerme responsable de mis actos y reacciones, crecí con capacidad de decisión, derecho de réplica y derecho a proclamarme contra lo que no me gustaba y a cuestionar cada decisión -aunque eso no implicaba éxito, por supuesto-.
Hoy en verdad hubiera preferido tener alguien a quien culpar...
He escuchado a tantas personas culpar a sus genes de su conducta que me parece ya una práctica vulgar y sumamente inmadura. He escuchado a quienes culpan a su infancia de sus fracasos, a sus padres de sus traumas; a quienes justifican sus propios errores tras el escudo "trauma".
Hoy desearía poder culpar a mamá de que últimamente me incline por calmar la ansiedad con un cigarrillo y un café; a papá por exigirme tanto y ser tan sensible ante la pérdida de voz y es que si hay algo que no puedo dejar ir es mi voz; mi derecho de réplica, de opinión, mi libertad de pensamiento y expresión -esa libertad que sólo permito sea coartada por mi-.
No puedo culpar a mis genes; aunque sí los culpo de mi físico esbelto, mi cabello lacio y mis ojos que cambian de color. Los culpo de mis habilidades literarias; de mi incursión en la lectura y escritura a los 4 años, de mi educación en todos los sentidos. Los culpo por ayudarme a ser quien soy.
Desearía poder culparlos de mi forma de reaccionar ante ciertos estímulos, de mi poca habilidad para tomar las cosas a la ligera...
Desafortunadamente sí los culpo de hacerme responsable de mis actos y reacciones, crecí con capacidad de decisión, derecho de réplica y derecho a proclamarme contra lo que no me gustaba y a cuestionar cada decisión -aunque eso no implicaba éxito, por supuesto-.
Hoy en verdad hubiera preferido tener alguien a quien culpar...