miércoles, febrero 13, 2013

De finales constantes



In my end is my beginning.
-T.S. Elliot

Y como habíamos adelantado, el mundo no se acabó. 
Al menos no el nuestro.



Podría reconocer cierta admiración para quienes se prepararon para el fin de su vida en la tierra el pasado diciembre. ¿Cómo llegar a prepararse para el mayor de los finales?



Lo anterior me hace pensar en la cantidad de finales a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida, cada día nos representa un principio y un final, cada semana, cada mes... cada persona tiene un principio en nuestra vida y, nos guste o no, su presencia tendrá un final. Cada etapa, cada momento, cada camino tienen principios y finales que afrontamos voluntaria o involuntariamente. Hay personas maravillosas que se unen a nuestro camino en un punto y eventualmente se retiran, representándonos un final que podría ser doloroso. Hay etapas felices que sin hacerlo evidente concluyen en algún punto de esa felicidad y ese final representa a su vez el principio de una nueva etapa que podría no resultar tan feliz como la anterior... al final es casi imposible saber con exactitud cuándo nos enfrentamos a un final definitivo. Conozco personas con relaciones y finales sin final pero finales al fin. Conozco a personas conscientes de su final personal y admiro la valentía con la que han decidido vivir mientras ese final con fecha aproximada llega y conozco personas que viven en finales sin principios; personas que sufren constantemente los cambios y resulta lamentable porque al menos mientras vivamos estaremos sometidos a cambios constantes, bien podríamos aprender a disfrutarlos pero aparentemente es mucho más fácil sufrirlos y he ahí, personas físicamente sanas con severas carencias emocionales que se reflejan en lo que menciono; finales sin principios. Lejos de vivir en la armonía matemática de sumar-restar-sumar-restar parecen vivir en restar-restar y resulta impresionante ver cómo viven con estados negativos. Esas personas sufren diariamente su muy particular fin del mundo y no logran aprovecharlo para reinventarse.



El mundo de esta autora al menos no terminó, como la mujer que soy, como escritora y como persona creo en reinventarme, en etapas, en ciclos que concluyen y en caminos que terminan. Creo en el fin de una etapa, no en el del mundo, creo en el fin de una persona, no de la humanidad y creo en los finales fuertes, en los puntos finales así, remarcados y con negritas, firmes y sin posibilidad de borrarse. Creo en terminar relaciones y creo en terminar conversaciones... creo también que hay personas con quienes vale la pena tener finales infinitos, en los que logramos vivir la maravilla de reinventarse, de volver a comenzar en la misma piel... 



He logrado disfrutar, en mis 30's de los finales personales... aquella autora que no lograba entender muchas cosas es hoy esta autora que logró comprenderlas pero que desconoce otras tantas y que acepta que con el paso de los años lejos de comprender más, se hace consciente de que conoce menos. 



Podríamos aceptar el reto de disfrutar nuevos vientos, disfrutar las nuevas emociones y vivir nuevamente las ya conocidas, conscientes de que una emoción jamás se repetirá en la misma intensidad y eso puede ser maravilloso si así lo queremos. Podríamos lograr vivir nuevas decepciones, nuevos tropiezos y grandes errores y con cada uno volver a nacer, aprender a morir y aprender a vivir.


Esta autora se confiesa adicta a terminar una página y comenzar a escribir otra en el mismo libro y con final diferente, adicta a escribir y escribir por páginas completas y sin dormir y es que, mientras tenga lapiceros y papeles, mientras tenga memoria y voluntad y mientras goce de la libertad infinita, esta autora continuará disfrutando el reinventarse, el volver a comenzar una página y volver a vivir y sufrir un final.



Bienvenidos, par de antiguos lectores, a la nueva página de las crónicas.

Fue un placer haber tardado tanto.