De los otoños de antaño
A principios de septiembre se despegó la parte frontal del marco de mi armario haciendo que sus puertas cayeran... la noche de aquél día me senté en la cama a mirar el aspecto tan devastador de esas puertas en el piso de mi habitación. Pese a que me puedo jactar de ser sumamente organizada, detrás de esas puertas aparecía un mundo completo que me pareció desconocido.
Al fondo de la parte más alta de mi armario pude distinguir mi caja de recuerdos y dentro de la caja se asomaba el sombrero de una de mis muñecas de porcelana. Así es, querido par de lectores; la autora gustaba de las preciosas muñecas de porcelana con finísimos acabados y delicadas facciones.
Al fondo de la parte más alta de mi armario pude distinguir mi caja de recuerdos y dentro de la caja se asomaba el sombrero de una de mis muñecas de porcelana. Así es, querido par de lectores; la autora gustaba de las preciosas muñecas de porcelana con finísimos acabados y delicadas facciones.
Hoy pensaba en el armario expuesto, en mis muñecas de porcelana y en mi feliz infancia. Como si lo buscara sin saberlo, en medio de la anacronía de mi día me descubrí escuchando "El Ropero" de Francisco Gabilondo Soler y en ese momento la imagen del ropero de mi abuelita vino a mi mente y contrastó con mi armario. Un aroma a madera y rosas se impregnó en mi día y me llevó a la casa de mis abuelos... mi lugar favorito.
Cuando ÉL murió; le dediqué más de 3 entradas en este Blog. Pasaron los días y aquel diciembre del 2006 se convirtió en el más frío y vacío que yo había conocido. Hace 4 meses ELLA murió y una entrada en este Blog resumió lo que quedó aquí después de su partida.
Ahogada en el mar de sentimientos que me provoca pensar en mi abuela y en su reciente ausencia, hoy trato de escribir algo que haga que aquellos que no la conocerán puedan conocerla por mis letras. Intentándolo me abrumó su inmensidad.
Esta madrugada anacrónicamente melancólica con su aroma a madera y rosas y con imágenes de antaño me hace enfrentarme nuevamente a su partida; volviendo a mi presente agradezco tanta historia... agradezco poder torpemente contar a los más pequeños lo que ELLA a lo largo de nuestros años me contó y lo que a su lado viví y es que aún repitiendo cada palabra que ELLA decía y repasando cada uno de sus movimientos y anécdotas, siento que a mi voz le falta todo... y me falta tiempo, faltan letras, falta historia... me faltan lágrimas. Esta madrugada entendí que el hueco aquí es más grande y el frío más intenso.
Este otoño sabe a que la extraño, sabe a la melancolía del primer otoño de mi vida en que no la abrace... siendo mi estación favorita hoy entendí que no será mi OTOÑO como lo conocí; no escucharé su voz, no sentiré sus brazos ni sujetaré sus manos. Este noviembre no habrá Altar de Muertos en SU casa; en este otoño no habrá aroma a Incienso, Cera y Copal. No estarán sus perfectas vajillas en un altar. Este año ELLA no pondrá ofrendas a los difuntos: las recibirá como la tradición lo indica y como el sentimiento me lo exige.
Anacrónicamente ahora estoy en el último otoño a su lado y la escucho hablarme nuevamente y vuelvo a sentir su mano sujetando la mía. Sentada en el piso blanco de su impecable cocina con aroma a café, madera, vainilla y carbón me sentí crecer, me vi reír, llorar, soñar, imaginar y aprender. En ese piso confesé sólo a ELLA los secretos más grandes que pude tener y sentada en ese piso nuevamente la observé tanto que logré memorizar y repasar sus movimientos, ahí sentada en ese piso blanco memoricé su sonrisa.
A mis 26 años todavía me senté en ese piso blanco para observarla. A nadie le pareció extraño que a mi edad siguiera buscando el piso habiendo sillas de sobra en ese hogar. Sé que ella supo lo que pasaba por mi mente esa última vez, lo supe aquella noche de abril en que Campeche fue testigo del impacto de su voz en mis sueños.
De vuelta a la madrugada en que escribo esto llego lentamente a la conclusión de que sus manos harán falta aquí y de que ya no volveré a "mi lugar favorito" jamás porque era su presencia lo que hacía aquel piso blanco mi lugar favorito.
Su ausencia va a doler por siempre y el frío es parte ya de mi vida; este otoño no será como los que conocía y el hueco se va a quedar... afortunadamente tengo su voz en mi cabeza, su imagen al cerrar mis ojos y su aroma al pensar en ella. El frío es más tolerable cuando me envuelvo en su bufanda y me abrazo a su recuerdo y regreso a aquellos otoños con aroma a Incienso, Cera y Copal en esa ciudad a la que juré no regresar ya.
Esta madrugada, pensando en mi armario expuesto, en mis muñecas y en mi infancia es el aroma de mi abuelita; a madera y rosas, el que inunda la habitación y las flores de sus vestidos las que pintan de colores mi madrugada; es el sonido del piano y de sus pies al caminar el que escucho y es su historia la que recuerdo.
Toma el llavero abuelita y enseñame tu ropero
Con cosas maravillosas y tan hermosas que guardas tu
Toma el llavero abuelita y enseñame tu ropero
Prometo estarme quieto y no tocar lo que saques tu
Dame la muñequita de grandes ojos color de mar,
deja que le pregunte a que jugaba con mi mamá.
y cuentame cuando ibas en carretela con tu papá...
"El Ropero"
Francisco Gabilondo Soler